Día Jueves, 04 de Diciembre de 2025
La administración estadounidense ha anunciado una drástica escalada en el conflicto comercial con Pekín, aplicando un nuevo gravamen universal del 100% a partir del 1 de noviembre. La medida, una represalia directa a las restricciones chinas sobre la exportación de tierras raras, se complementa con un bloqueo a la venta de software estadounidense y ya ha provocado fuertes caídas en las bolsas mundiales.
La tregua comercial entre Estados Unidos y China ha llegado a su fin de manera abrupta. El presidente Donald Trump ha anunciado la imposición de un arancel adicional del 100% sobre la totalidad de los productos importados desde China, una medida que entrará en vigor el próximo 1 de noviembre y que se suma a los gravámenes ya existentes, cuya media ronda el 30%.
La Casa Blanca justifica esta decisión como una respuesta a la "posición extraordinariamente agresiva en el comercio" de Pekín, refiriéndose específicamente a la reciente decisión del gobierno chino de establecer controles a la exportación de tierras raras y otros productos. Estos minerales son fundamentales para industrias estratégicas como la de semiconductores, electrónica, vehículos eléctricos y defensa.
Como parte de esta nueva ofensiva, Washington también ha decidido imponer nuevas restricciones a la exportación de software crítico hacia China, buscando con ello limitar el acceso del gigante asiático a la tecnología estadounidense en un contexto de creciente rivalidad tecnológica. Esta acción responde a las nuevas regulaciones chinas que obligan a las empresas extranjeras a solicitar licencias para poder exportar tierras raras y tecnologías asociadas, en un movimiento destinado a proteger sus industrias estratégicas.
En los últimos años, China ha suministrado más del 70% de las importaciones de tierras raras de Estados Unidos, lo que evidencia la elevada dependencia estratégica de la industria norteamericana respecto a su principal rival económico.
La reacción de los mercados financieros no se ha hecho esperar. Los principales índices bursátiles han registrado caídas drásticas. El S&P 500 se desplomó un 2,7%, registrando su peor jornada desde abril, mientras que el Nasdaq, de alto componente tecnológico, retrocedió más de un 3,5%. Por su parte, el Dow Jones perdió un 1,9%. Las empresas tecnológicas y de semiconductores han sido las más perjudicadas, con descensos notables en compañías como Tesla, Amazon y Nvidia.
En el ámbito diplomático, las consecuencias también han sido inmediatas. El presidente Trump ha cancelado la reunión que tenía prevista con su homólogo chino, Xi Jinping, en la próxima cumbre de Corea del Sur, alegando la ruptura de las negociaciones y el aumento de las hostilidades. Esta serie de acciones representa la mayor escalada en las relaciones económicas entre ambas potencias en meses, generando una profunda preocupación por las posibles disrupciones en las cadenas de suministro globales y su efecto contagio en la economía mundial.
La dependencia estadounidense, en el centro del conflicto
La importancia de las tierras raras y los chips procedentes de China es un factor crítico para la economía estadounidense. Diversos sectores clave dependen en gran medida de estos suministros.
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Tecnología y Electrónica: La producción de teléfonos inteligentes, ordenadores, láseres y componentes esenciales como los imanes de los discos duros depende directamente de las tierras raras importadas de China.
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Automoción y Vehículos Eléctricos: Los motores de los vehículos eléctricos requieren potentes imanes permanentes fabricados con elementos como el neodimio y el disprosio, cuyo suministro proviene casi en exclusiva del mercado chino.
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Defensa y Aeroespacial: Contratistas de defensa de primer nivel como Lockheed Martin, Raytheon y Boeing utilizan tierras raras chinas para componentes críticos en sistemas de guiado de misiles, drones militares, radares y motores de aviones.
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Energías Renovables: La fabricación de generadores para turbinas eólicas y otras tecnologías de energía limpia, como los paneles solares y las baterías avanzadas, también se apoya en el suministro de estos minerales.
En los últimos años, China ha suministrado más del 70% de las importaciones de tierras raras de Estados Unidos, lo que evidencia la elevada dependencia estratégica de la industria norteamericana respecto a su principal rival económico.







































