España afianza su atractivo como destino clave de la Inversión Extranjera Directa pese a la fragmentación geopolítica y la creciente competencia

El encuentro de expertos, celebrado en Madrid, subrayó la relevancia esencial de la IED para el análisis macroeconómico y empresarial. Andrés García, socio director de SIfdi, destacó que, si bien los flujos globales de IED cayeron un 11 %, España demostró su resiliencia. El año 2024 registró el segundo mejor dato histórico en inversión productiva, con un volumen bruto de 38.835 millones de euros.

Un aspecto crucial es la diversificación de la inversión. En la primera mitad de 2025, el 40 % de los flujos correspondieron a nuevas inversiones productivas (frente al 29 % de las adquisiciones), una tendencia que fortalece la confianza inversora. Este flujo se traduce en más de 20.500 empresas de capital extranjero que reportan al Registro de Inversiones y 2,07 millones de empleos vinculados a la IED, lo que representa el 9,7 % de la población ocupada.

España, nodo estratégico y motor productivo

El papel de España se refuerza como "nodo estratégico dentro del mercado europeo", apoyado por su red de centros de operaciones financieros, con Países Bajos y Luxemburgo canalizando el 36 % del stock total de IED.

La contribución de las más de 15.600 filiales extranjeras al tejido productivo nacional es clave:

• Aportan un 30 % de la cifra de negocios nacional.

• Generan un 43 % de las exportaciones.

• Representan un 33 % de la inversión bruta en activos materiales.

Además, la inversión exterior está distribuida en más de 36.000 empresas controladas por capital extranjero a lo largo de las distintas comunidades autónomas, sin concentrarse únicamente en los principales polos económicos. Los *proyectos greenfield —un indicador adelantado— alcanzaron en 2024 un máximo histórico con 1.054 nuevos proyectos por un valor de 61.758 millones de euros, con una previsión de crear más de 70.500 empleos.

La reindustrialización emerge como un factor estratégico para la reactivación económica y la cohesión territorial en España

El desafío del panorama global y la reindustrialización

En la apertura del Foro, Ana Fernández-Ardavín, decana de la Facultad de Economía y Empresa de la Universidad Nebrija, calificó la IED como “el motor del crecimiento económico, de la generación de empleo y de la transferencia de conocimiento y de tecnología”. Por su parte, Irina Balteanu, jefa de la División de Política Europea y Global del Banco de España, describió el paisaje inversor como “muy complejo”, con elevadas tensiones comerciales y geopolíticas y la incertidumbre de las políticas económicas, señalando que las políticas europeas deben orientarse a “reforzar la unidad del proyecto europeo, su marco institucional y la competitividad y la resiliencia de la economía”.

El Foro también destacó la función vital de la IED en el desarrollo de las regiones menos avanzadas y en la lucha contra la despoblación, según Fernando Carballada, jefe de Servicio de Sistemas Informáticos de la Subdirección General de Regulación de Inversiones. Para maximizar este efecto se requiere el diseño de políticas específicas de atracción, infraestructuras adecuadas y la cooperación público-privada.

La reindustrialización se postula como un factor estratégico para la reactivación económica y la cohesión territorial. Lucía García Callealta, directora de Reindustrialización de LHH, una compañía clave en el sector, detalló su rol en la búsqueda de inversores y la implantación de proyectos industriales en plantas afectadas por cierres, poniendo como ejemplo de éxito la reindustrialización de la antigua fábrica de Siemens Gamesa en Cuenca por la japonesa Sumitomo Electric Bordnetze.

La clausura corrió a cargo de Marta Font, subdirectora general de Inversiones Exteriores (Secretaría de Estado de Comercio), quien resumió la situación actual y los retos futuros: “España, pese al difícil contexto internacional sigue siendo un destino atractivo para la inversión extranjera directa y, en este sentido, se comporta de una forma mejor que otros países de su entorno”. De cara al futuro, Font concluyó que España debe ser consciente de la transformación y basar su estrategia de atracción en tres prioridades: la seguridad, la agilidad y el valor añadido.