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Domingo, 14 de Diciembre de 2025

Actualizada Sábado, 13 de Diciembre de 2025 a las 20:43:05 horas

Casa Blanca se desmarca del polémico plan de Trump para “reconstruir” Gaza

Redacción Empresa Exterior Jueves, 06 de Febrero de 2025 Tiempo de lectura:

La Casa Blanca se vio obligada a dar marcha atrás ante la polémica propuesta del presidente Donald Trump, quien sorprendió a altos funcionarios al plantear que Estados Unidos asumiera el control de la Franja de Gaza, lo que implicaría el desplazamiento de casi dos millones de palestinos.

En un giro inesperado durante su intervención —la más sorprendente de un presidente estadounidense sobre el conflicto palestino-israelí— Trump afirmó que la población gazatí sería expulsada de la Franja mientras se reconstruye la zona, y que este territorio debería convertirse en la “Riviera de Oriente Medio”. La declaración, que encendió la polémica a nivel internacional, fue acompañada por la reacción de figuras clave en la región. Según informes, el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, no pudo esconder su sonrisa al escuchar la propuesta, lo que generó aún más revuelo entre los distintos actores del conflicto.

 

Varios asesores cercanos a la administración indicaron que la idea de una “propiedad a largo plazo” de Gaza ya empezaba a desvanecerse ante la evidente inviabilidad del proyecto. De hecho, tras la alarma generada en el ámbito internacional, altos funcionarios intentaron modificar y suavizar los planteamientos iniciales del mandatario. La secretaria de prensa de la Casa Blanca, Karoline Leavitt, explicó en declaraciones que se estaba “trabajando en matizar la posición del presidente respecto a la reubicación de los palestinos y el uso de tropas estadounidenses”, en un intento por atenuar el impacto de la propuesta.

 

Por su parte, el Secretario de Estado, Marco Rubio, describió el proyecto de una forma tan contundente que, según se ha informado, “ni el magnate republicano hubiera hecho mejor”: "Make Gaza Great Again", publicó en redes sociales. Rubio habría puntualizado que “lo que el presidente propone es despejar y reconstruir Gaza, y no asumir su control total”, tratando de aclarar que la idea no contemplaba una ocupación militar ni un compromiso económico directo por parte de Estados Unidos.

 

En reuniones privadas con senadores republicanos, el enviado especial para Oriente Medio, Steve Witkoff, aseguró que “Trump no quiere poner tropas estadounidenses en el terreno, ni quiere gastar dólares estadounidenses en Gaza”, según reveló un senador presente en dichos encuentros. Estas declaraciones reflejan el intento de la administración por distanciarse de una política que muchos consideran inviable y peligrosa.

 

Fuentes internas revelaron que ni siquiera se habían realizado los estudios básicos para evaluar la factibilidad del plan, y que el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, fue informado de la propuesta apenas minutos antes de una conferencia de prensa conjunta programada para el martes. Algunos expertos llegaron a calificar la idea de “tan descabellada” que podría tratarse simplemente de una táctica de negociación.

 

La reacción internacional no se hizo esperar: mientras que el mundo árabe, incluyendo a Arabia Saudita —clave aliado de Estados Unidos— condenó enérgicamente la iniciativa, la propuesta fue recibida con entusiasmo por sectores de la derecha israelí y por ciertos grupos pro-Israel en Estados Unidos. En Gaza, sin embargo, la respuesta fue una mezcla de condena y desconcierto ante la posibilidad de un desplazamiento masivo de la población.

 

Además de los desafíos humanitarios y políticos, expertos han destacado que transformar Gaza en lo que Trump denominó la “Riviera de Oriente Medio” supondría un proceso extraordinariamente largo, costoso y, en el peor de los casos, violatorio del derecho internacional.

 

Con la retirada del apoyo interno y las crecientes críticas internacionales, la polémica propuesta de Trump parece haberse enfriado, dejando en el aire las consecuencias de una iniciativa que, más allá de sus ambiciones, ha dejado claras las divisiones tanto en la administración estadounidense como en el escenario geopolítico regional.

 

 

 

 

 

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