Año Nuevo Chino

Casi de forma inmediata tras el XX Congreso del Partido, se emprendió un cambio radical de la dinámica de la política de COVID Zero y el endurecimiento de la regulación del sector inmobiliario, entre otros cambios políticos.  El detonante clave de tal giro político tuvo que ver con el acusado debilitamiento de la demanda externa: a medida que la demanda de EE.UU. y Europa empezaba a debilitarse, China no tuvo más remedio que reactivar urgentemente su demanda interna. 

En el marco de la "doble circulación" china, Pekín no podía correr el riesgo de no activar ni el "ciclo externo" ni el "interno".  Al mismo tiempo, un factor más estructural que hizo recapacitar a Pekín fue cómo la Política de COVID Zero estaba degradando gravemente el papel de China en la cadena de suministro mundial. En este sentido, conviene señalar que la reactivación de la economía china es un hecho positivo tanto para las economías desarrolladas como para las emergentes.

China, al igual que EE. UU., se encuentra en una situación económica bastante favorable: es probable que EE. UU. se encamine hacia un aterrizaje suave y breve, a medida que se estabilice el mercado laboral, mientras que se espera que China recupere un impulso significativo este año tras los recientes cambios de política en Pekín.  En general, seguimos esperando una expansión económica plurianual impulsada por la tecnología y la competencia y liderada por EE.UU. y China; no es probable que la pandemia provoque una reconfiguración significativa de las posiciones de liderazgo de estas dos economías, aunque pueda alterar las interacciones y alianzas entre países.

En cuanto a Europa y China, uno de los objetivos comunes principales es la transición ecológica. Europa está en general más avanzada en sus esfuerzos por proteger el medio ambiente, pero China es ahora el mayor fabricante mundial de equipos y maquinaria -paneles solares, turbinas eólicas, baterías, inversores, etc.- que facilitan esta transición. - Así pues, China tiene motivos más que suficientes para colaborar con Europa en la protección del medio ambiente.

China debe recuperar la confianza

Además, para reactivar la economía, Pekín debe recuperar la confianza de los consumidores. Los incentivos fiscales y monetarios por sí solos no serán suficientes: los multiplicadores son clave, y vienen determinados por la confianza generalizada. Lo mismo puede aplicarse al mercado inmobiliario. Las políticas del último año y medio han socavado notablemente la confianza de los ciudadanos, por lo que es necesaria una amplia labor de recuperación.

China es la economía más fácil de pronosticar, ya que la declaración explícita de Pekín sobre su objetivo político no debería ponerse en duda. El crecimiento real del 4,5% al 5,5% debería ser una cifra muy factible para 2023. En relación con el resto del mundo, consideramos que China recuperará su liderazgo en materia de crecimiento. 

Echando la vista atrás, 2020-2022 fue un poco como una carrera entre la liebre (China) y la tortuga (el resto del mundo).  China controló primero la propagación del COVID en 2020 y se adelantó al resto del mundo, sólo para " dormitar" y aplicar reformas extrañamente agresivas que perjudicaron el crecimiento.  Pero tras "despertarse", la liebre ha reanudado la carrera, centrada en acabar en primera posición y decidida a no cometer más errores políticos. 

En definitiva, Pekín necesita pulir su imagen en el mundo. El deterioro de su reputación en el último año ha sido vertiginoso, y todo este daño reputacional ha sido autoinfligido. Como resultado, creo que Pekín también dará un giro a su política exterior: Se acabó el dragón grande y asustadizo; ¡que aparezca el panda sonriente!".

Stephen Li Jen,

CEO of Eurizon SLJ Capital Ltd