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Viernes, 26 de Diciembre de 2025

Actualizada Viernes, 26 de Diciembre de 2025 a las 11:49:26 horas

Los cinco errores de liderazgo en época de crisis

Helena López-Casares

La crisis está pasando un examen extraordinario al tipo y estilo de liderazgo imperante.

El mundo está viviendo una crisis compleja que está poniendo a prueba las estructuras y capacidades de los Estados, los esquemas y planteamientos económicos, empresariales, financieros, políticos, sociales y culturales, así como el formato de vida que hemos adaptado. Pero también, está poniendo a prueba la eficacia y la eficiencia en la gestión, la calidad del desempeño en las atribuciones propias de los cargos de responsabilidad,la capacidad de análisis de situaciones y toma de decisiones, la agilidad en las implantaciones de los cambios y la conveniencia de los mismos,las habilidades de gestión de conflictos, las competencias de negociación o la pericia en la elección de la estrategia y la visión a largo plazo, entre otras cuestiones. En definitiva, esta crisis está pasando un examen extraordinario al tipo y estilo de liderazgo imperante.

 

En el mundo de las organizaciones reza la máxima de que el verdadero liderazgo emerge en situaciones de crisis y que, por tanto, se conoce la materia prima de la que están hechas las personas que gobiernan y dirigen los derroteros de las organizaciones ante circunstancias cambiantes, que requieren de altas dosis de capacidad humana, técnica e intelectual.

 

Existe un mecanismo común inherente a todas las crisis que se manifiesta en una serie de características comunes. En todas las crisis se dan las siguientes particularidades:

 

Se rompe el ritmo normal de los acontecimientos cotidianos.
Los cambios se suceden con celeridad.
Hay falta de información y la que existe aparece como desordenada e inconexa.
Se genera una sensación de presión que provoca la urgencia de soluciones.

 

Debido a las peculiaridades de las notas dominantes en las crisis, el tránsito por ellas requiere de un liderazgo efectivoque esté acostumbrado a trabajar en escenarios de cambio continuo y que acepte que el contexto está en constante evolución, además de que sepa ganarse la confianza de los demás a través de su coherencia, su constancia y su integridad como persona.

 

El desconocimiento del terreno, el exceso de confianza en uno mismo o la minusvaloración de los efectos derivados de una crisis pueden ser causas de orígenes de errores de cálculo en el liderazgo ante las crisis. El análisis de estos fallos nos dejalecciones aprendidas, cuya reflexión puede ayudar a trazar una senda para el despliegue del liderazgo efectivo.

 

Ante situaciones adversas, imprevistas y desconocidas, las actitudes y comportamientos se pueden descontrolar, llevando al líder a cometer errores que pueden embrollar todavía más la situación. Los siguientes cinco errores de liderazgo forman parte del elenco de las faltas que más contradicción e inseguridad pueden generar ante una crisis; evitarlos ayudará al líder y a su equipo a estar a la altura de las circunstancias. A continuación, analizamos los principales errores, que se asientan en una carencia de amplitud de miras:


No escuchar los sonidos previos al estallido de una crisis. En ocasiones, las crisis suenan antes de estallar y tomar forma. Estos sonidos pueden venir de otras partes del mundo, como ha sido el caso de la crisis mundialderivada de la covid-19 cuyos ecos empezaron en China, de otros sectores afines o de problemas existentes dentro de la propia organización o entidad que son foco de conflictos.Estas fases de latenciason magníficas oportunidades para trazar planes de contingencia o prevención, observando qué medidas toman los primeros en atravesar la crisis. Analizar el entorno y observar cambios y tendencias es un ejercicio ineludible en la era de la complejidad global.


Usar una retórica hueca, sin concreción y con una narrativa vacía. Este error es propio de las personas que hacen un uso abusivo de la comunicación, convirtiéndola en propaganda. En estos casos, el estilo de comunicación suele ser simplista con ciertos tintes de abstracción y divagación, y el tono es paternalista. La comunicación en tiempos de crisis ha de ser coherente, estructurada, concreta y específica, y el tono seguro y enérgico.

 

Subestimar la capacidad de recopilación de datos de las personas en otras fuentes que no sean las consideradas como oficiales. En el mundo de Internet prolifera la información y la posibilidad de acceder a informes, documentos, estadísticas, entrevistas, investigaciones, noticias o enfoques de variada procedencia, por lo que es fácil confirmar la veracidad de las informaciones que nos proporciona el equipo líder de la crisis o llegar a conclusiones propias y someterlas al criterio reflexivo personal.


Mostrarse alejado del entorno y que el líder se conforme únicamente con la información que terceras personas le ofrecen, en este caso, asesores, colaboradores o consultores. El líder debe acercarse al entorno, visitar y pisar el terreno, y hablar directamente con los protagonistas, implicados, perjudicados o damnificados. Debe registrar el sentir de los afectados, de lo contrario no podrá desarrollar empatía hacia ellos y sus decisiones no se ajustarán las necesidades reales.


Imponer un sistema autoritario, en el que el líder decide en solitario, sin consultar, matando la participación, y sin más información y pulso de la situación que la que él maneja desde su particular ángulo de visión. En este caso, el líder está obnubilado porque considera que su poder está legitimado por la situación privilegiada de mando que ostenta con respecto a los demás. Por tanto, considera que no debe dar explicaciones de las decisiones que toma ni del enfoque de su dirección. Cuando el líder queda atrapado en sí mismo pierde la noción de la realidad y acaba con su credibilidad.

 

En tiempos de crisis el liderazgo es la llave de la adaptación al cambio sensato y el punto de partida para crear escenarios futuros desde la solvencia que aportan el conocimiento y el pensamiento crítico, creativo y sosegado. Sin liderazgo nos vemos abocados a la imprevisibilidad, a la falta de anticipación, a la inseguridad y a la desorientación, y, así, vamos dando tumbos crisis tras crisis.

 

El líder en el mundo complejo y global ha de encarnar valores sustanciales y sólidos cuyo centro esté coronado por la responsabilidad y la impecabilidad. El liderazgo no es una posición, sino un modo de vida. Un buen líder es aquella persona que asume que el puesto y la posición que ocupa es una responsabilidad cuyo alcance es colectivo y no un privilegio que le ha sido concedido para usar al servicio de intereses particulares. El mundo necesita un liderazgo influyente que esté enfocado hacia los demás. 

 

La era de la complejidad está repleta de ambivalencias, contradicciones, paradojas, oposiciones y confusiones que los líderes tendrán que saber entender y manejar. Nuestro mundo cambiante y complejo requiere de personas con una disposición mental innovadora para crear valor, que no tengan miedo a los cambios y que desarrollen un estado de equilibrio interior como base de la calma necesaria para ponderar la reflexión con la acción. Es tiempo de repensar las fórmulas y los dogmas que ya no se ajustan a los hechos actuales y de saltar el abismo que nos separa de nuestro futuro.

 

Helena López-Casares Pertusa
Doctora en neurociencia cognitiva de las organizaciones
Universidad Nebrija

 

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