Día Martes, 02 de Diciembre de 2025
La falta de acuerdo entre Rusia y Arabia Saudí en la “cumbre” de la OPEP+, que tuvo lugar en Viena el pasado día 6 de marzo, ha desencadenado el inicio de una guerra de precios en el mercado del crudo que ha llevado a éste a caer más de un 30% durante el pasado fin de semana.
Arabia Saudí no logró convencer en Viena a Rusia de que secundase un recorte de la producción de 600.000 b/d a sumar a los 1,7 millones b/d que ya venían aplicando desde el pasado mes de diciembre. El concurso de Rusia –en tanto que uno de los tres principales productores de crudo mundiales- era fundamental para que la citada “cumbre” lograse su objetivo, que no era otro que hacer subir los precios internacionales del petróleo, afectados por el “shock” de demanda originado por la incidencia del “coronavirus” en la economía mundial.
Sin embargo, la negativa del país eslavo a secundar los recortes ha dinamitado cualquier posibilidad de acuerdo en este sentido. Los 20 países integrantes del grupo OPEP+ han decidido dejar de aplicar los recortes de producción decididos a finales de 2019 (1,7 mill. b/d, como ya se ha indicado) a partir del próximo uno de abril. A partir de esa fecha, pues, se producirá una lucha encarnizada por ganar cuota de mercado entre los 20 países integrantes del grupo OPEP+ (que en conjunto producen en torno al 45% de la oferta mundial).
El primero en abrir fuego ha sido Saudi Aramco, que el 7 de marzo (es decir, sólo un día después de la fallida “cumbre” de Viena), anunciaba un recorte de 6 $/b del crudo de variedad Arab Light a sus clientes asiáticos. Dicho de otro modo, Arabia Saudí está iniciando una política de “tierra quemada” destinada a hacer caer los precios del crudo hasta un punto que, además, de expulsar del mercado a buena parte de los productores independientes estadounidenses, acabe forzando a Rusia a volver a la mesa de negociaciones.
Los saudís tienen músculo para ello, si se tiene en cuenta, no sólo el que sus costes de extracción son muy bajos –de sólo 2,8 $ por barril frente a los 16 $ por barril de EE.UU o a los 20 $ de Rusia- sino que, además, cuentan con una capacidad de producción ociosa que les permitiría poner en el mercado del orden de 2 mill. b/d adicionales, prácticamente de un día para otro. A lo largo de la historia reciente, ha habido varios precedentes de una política semejante por parte de Arabia Saudí. El más reciente tuvo lugar en 2014 e hizo caer los precios del crudo a un mínimo de 26 $/b en febrero de 2016. Está claro que un descenso tan drástico de los precios del crudo no conviene a nadie, empezando por la propia Arabia Saudí, que en estos momentos necesitaría un precio del barril de casi 84 $/b para equilibrar sus cuentas públicas. Prueba de ello, es que en cuanto se tuvo noticia del cambio de estrategia saudí, la acción de Aramco cayó por debajo del precio fijado cuando su salida a bolsa el pasado diciembre.
Fuente: CESCE










































