OCDE, optimismo con peros

La recuperación es generalizada: se está produciendo un fenómeno de mejoría sincronizada de la coyuntura en todos los tipos de economías, tanto avanzadas como emergentes.

En lo que concierne a las economías del primer mundo, la Zona Euro crecerá un 2,4% en 2017 y un 2,1% en 2018, seis y tres décimas porcentuales, respectivamente, más que en las proyecciones anteriores. Los principales motores de esta recuperación son la inversión y el comercio mundial, que están reactivando las carteras de pedidos de las empresas. En este contexto, se espera que el desempleo disminuya y que la confianza y el consumo aumenten; además, las políticas monetarias y presupuestarias más relajadas estimularán la economía global.

En los países emergentes, las inversiones en infraestructura, que lidera China, han hecho subir los precios de las materias primas, lo que está beneficiando a los países exportadores; análogo comportamiento está teniendo el petróleo. No obstante, la OCDE cuestiona en su informe la sostenibilidad de la recuperación. El crecimiento de países emergentes es muy inferior al de antes de la crisis. La expansión de la inversión del comercio internacional son también más bajos que en el pasado lo que está acelerando la disminución de la productividad a nivel mundial.

El empleo creado tampoco es de buena calidad, con salarios extremadamente bajos y que progresan muy poco en los niveles de menor cualificación. La OCDE alerta igualmente sobre el alto nivel de endeudamiento de empresas y hogares, que se ha acrecentado de manera explosiva en los emergentes. Otro factor de riesgo es la euforia bursátil en EE.UU, que no refleja el verdadero estado de la economía. Para evitar que el crecimiento global decaiga en 2019, sería preciso impulsar la inversión, la productividad y el crecimiento de los salarios reales.