Día Jueves, 09 de Octubre de 2025
Con el primer cuarto del siglo XXI ya consolidado, es un momento clave para hacer balance del pasado y vislumbrar las tendencias del futuro en el comercio exterior. En esta entrevista, Luis Bleda, Director de Negocio Internacional de Bankinter, analiza la profunda transformación de la empresa española en los mercados globales durante este periodo y desvela las claves estratégicas, desde la digitalización hasta la diversificación, que marcarán la agenda de la internacionalización en los próximos años.
Bankinter es una de las entidades financieras más destacadas de España. Fundado en 1965 como Banco Intercontinental Español y con sede en Madrid, ha evolucionado desde sus orígenes como banco industrial hacia un banco comercial de referencia, reconocido por su apuesta constante por la innovación tecnológica. Actualmente, figura como la quinta entidad financiera española por volumen de activos, con cerca de 122.000 millones de euros gestionados y presencia en el IBEX 35. Bankinter basa su éxito en una estrategia centrada en la diferenciación, la calidad en el servicio y una propuesta de valor orientada a conectar a sus clientes con nuevas oportunidades para impulsar un crecimiento empresarial sostenible.
Luis Bleda es el Director de Estructuración de Negocio Internacional en Bankinter. Con una trayectoria de más de una década en la entidad, es especialista en Finanzas Estructuradas y Comercio Exterior, ofreciendo soluciones financieras que facilitan la expansión internacional de las empresas españolas. Su labor es clave para diseñar estrategias y productos que acompañan a las compañías en su consolidación en mercados globales, fortaleciendo el compromiso de Bankinter con la internacionalización empresarial.
¿Qué valoración hace de los primeros 25 años del siglo XXI para la internacionalización de la empresa española? ¿Cuáles considera que han sido los principales hitos, desafíos y la evolución más significativa de nuestro comercio exterior en este arranque de siglo?
Luis Bleda: Hay un dato que ilustra mejor que ningún otro cómo ha sido la evolución del sector exterior de la economía española en los últimos 25 años: el peso de las exportaciones en relación con el PIB. En el año 2000 era de un 25%, apenas llegaba, y ahora es un 40%, un dato superior al de otras economías de nuestro entorno como Francia, Italia o el Reino Unido, y solamente algo inferior al de Alemania.
El sector exterior de la economía ha sufrido una transformación clara que ha girado en torno a tres ejes. En primer lugar, la diversificación geográfica. En el año 2000 teníamos unas exportaciones muy concentradas en la Unión Europea, con un 65%, pero también en Latinoamérica, con un 20% del total, y el resto de áreas geográficas apenas tenían un peso de un 5%. Ahora, el 60% de nuestras exportaciones va a Europa, y entre América Latina, América del Norte y Asia tienen porcentajes de entre el 10% y el 15% cada uno.
El segundo eje en torno al que ha girado esta transformación ha sido, sin duda, la ampliación de la base exportadora. En el año 2000, teníamos 15.000 empresas exportadoras regulares y en este año estamos alrededor de 35.000. Si además miramos las empresas altamente internacionalizadas, en el 2000 teníamos apenas 2.000, y hoy andamos por encima de las 7.000. Es decir, hemos pasado de una exportación que era monopolio de un núcleo reducido de grandes corporaciones a un ecosistema donde las pymes, muy activas, juegan un papel decisivo.
Y luego ha habido una tercera transformación en lo que tiene que ver con la oferta competitiva. Hemos pasado de competir en precio a competir en innovación, en marca y en calidad. Y además, esta transformación no solamente ha sido en el sector exterior, sino que la propia empresa exportadora se ha transformado. Hoy en día, cuando vemos a las empresas exportadoras, vemos un cambio de actitud y una profesionalización. Organismos como el ICEX, las Cámaras de Comercio o publicaciones como Empresa Exterior han contribuido de forma muy notable a conseguirlo.
Esto no quiere decir que no haya retos o asignaturas pendientes. Probablemente, la más relevante sea el tamaño medio de la empresa exportadora española, que es comparativamente más pequeña que la de los países de nuestro entorno. Esto, a veces, supone tener una menor productividad o mayores dificultades, por ejemplo, para invertir en investigación y desarrollo.
En el contexto global actual, ¿cuál es el principal papel estratégico que juega Bankinter para apoyar la internacionalización de las empresas españolas y cómo planeáis evolucionar ese rol?
LB: Nosotros no nos consideramos un mero proveedor de productos financieros para el comercio exterior; aspiramos a ser el aliado de las empresas en sus procesos de internacionalización. Aunque contamos con soluciones que son aptas y se adaptan perfectamente a cualquier tipología de empresa, tamaño o momento en el que estén en su proceso, es cierto que tenemos un compromiso muy especial con las pequeñas y medianas empresas que pasan de ser exportadores ocasionales a ser exportadores regulares y acaban siendo empresas altamente internacionalizadas.
¿Dónde ponemos el foco para conseguirlo? En primer lugar, en un conocimiento muy profundo del cliente y de sus necesidades que nos permite ofrecer soluciones personalizadas. En segundo lugar, en el asesoramiento, que es absolutamente crítico cuando es de calidad y en las empresas que están empezando. Y en tercer lugar, en una oferta de productos y de soluciones de vanguardia en cuanto a la tecnología.
¿Cómo vamos a evolucionar? Aspiramos a ser el referente de las pequeñas y medianas empresas en el ámbito del comercio exterior. Para ello, vamos a reforzar nuestras capacidades de atención personalizada incrementando nuestra plantilla de especialistas. También vamos a seguir invirtiendo en desarrollos tecnológicos de productos para que nuestros clientes tengan acceso a los productos más vanguardistas. Y por último, vamos a generar una oferta de valor integrada, donde no solamente ofreceremos los servicios propios de una entidad financiera, sino que también vamos a traer otras soluciones de otros proveedores que puedan ser de interés para nuestros clientes.
Mirando a corto y medio plazo, ¿cuáles son los mayores desafíos y, a la vez, las oportunidades más claras que identificas para el comercio y negocio exterior de nuestro país?
LB: Son múltiples los desafíos a los que se enfrenta la empresa exportadora española hoy en día. Podemos hablar, en primer lugar, del entorno geoestratégico, con tensiones y conflictos bélicos que generan volatilidad e incertidumbre. En segundo lugar, el proteccionismo que impera en la política comercial de muchos países, no solo con la subida de aranceles, sino también con una mayor regulación y una guerra de subsidios para atraer inversiones, lo que puede desembocar en una deslocalización del tejido productivo.
También es un desafío que nuestras exportaciones estén concentradas en mercados europeos con un crecimiento económico más frágil. Y tenemos, por otro lado, un déficit tecnológico; a pesar de los esfuerzos, todavía estamos por detrás de competidores de nuestro entorno.
Respecto a las oportunidades, también son múltiples. Tenemos una oportunidad de diversificación geográfica hacia mercados como Asia y África, donde tenemos una cuota comparativamente inferior. Por otro lado, la situación geográfica de España supone también una oportunidad como plataforma logística dentro del proceso de reconfiguración de las cadenas de suministro. Y por último, hay determinados sectores como la economía verde, la transformación digital o la agroindustria en los que vamos a ver un crecimiento muy relevante en los próximos años.
Centrándonos en vuestro sector específico, ¿qué tendencia o cambio inminente considera crucial para los próximos meses? Y como reflexión final, ¿qué clave o recomendación fundamental le daría a cualquier empresa exportadora española para tener éxito en su internacionalización?
LB: Más allá de la concentración bancaria o la regulación, yo destacaría como principal tendencia la transformación digital, que va a tener un impacto muy relevante en los productos y servicios para el comercio exterior. Ahí destacaría fundamentalmente la inteligencia artificial y los últimos desarrollos relacionados con el blockchain. Esto va a transformar radicalmente algunos productos, como el mundo de las transferencias internacionales, y en el resto va a simplificar enormemente los procesos.
Esto va a atraer a nuevos competidores no bancarios, y lo que va a marcar la diferencia es que las entidades seamos capaces de ofrecer un servicio integral de asesoramiento, complementado con otras soluciones, y que además permita que no se dé una brecha digital, fundamentalmente en las pymes.
Como recomendación, les diría a las empresas que la internacionalización no es un proyecto a corto plazo, sino que es un proyecto estratégico que requiere de recursos, planificación y perseverancia. Y en segundo lugar, que se apalanquen en un socio financiero fiable, que no solamente les dé acceso a los mejores productos y la mejor tecnología, sino que también les aporte asesoramiento de calidad y les acompañe en todo su proceso de internacionalización.