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Viernes, 07 de Noviembre de 2025

Actualizada Viernes, 07 de Noviembre de 2025 a las 14:19:48 horas

Hacia un mercado más competitivo: la acreditación al servicio del crecimiento de las pymes

Entidad Nacional de Acreditación (ENAC)

Las PYMEs representan alrededor del 95% de las empresas en todo el mundo, pero muchas de ellas se enfrentan a obstáculos importantes para crecer y competir.

Entre estos desafíos, las empresas se enfrentan, cada vez con mayor frecuencia, a la necesidad de demostrar el cumplimiento con una amplia variedad de requisitos, ya sea por exigencias reglamentarias o por las propias demandas del mercado. Estos requisitos pueden estar directamente relacionados con el producto o servicio que ofrecen —como la seguridad, la calidad, el impacto medioambiental o su adecuación al uso— o bien con aspectos internos de la organización, como la gestión de la calidad y el medioambiente, la responsabilidad social, la seguridad y salud laboral, la igualdad de género o la conciliación. A ello, se suman, además, requisitos legales cada vez más presentes, como los relativos a la protección de datos o la prevención de delitos (compliance), entre otros.

 

En todas estas situaciones, las empresas se enfrentan no solo al reto de cumplir con dichos requisitos, sino también de demostrarlo. Para ello, contratan a organismos externos que avalen dicho cumplimiento ante los diferentes agentes que requieren este aval y que son, generalmente, autoridades, clientes, accionistas, inversores, los propios empleados y el mercado en general.

 

Dichos organismos externos adoptan denominaciones en función del tipo de evaluación que realicen: laboratorios, organismos de inspección o certificación, verificadores, organismos de control, etc., pero internacionalmente reciben el nombre genérico de organismos evaluadores de la conformidad (OEC).  Su función principal es aportar información a terceros sobre el cumplimiento -por parte de un producto, servicio, empresa o proceso- de ciertos requisitos que son importantes para esos terceros y que, por tanto, van a determinar, de una forma u otra, su relación con la empresa evaluada, como puede ser comprar o no comprar en el caso de un cliente, invertir o no en el caso de un inversor, subvencionar en el caso de la administración, sancionar, etc.

Por tanto, el valor de las actividades de evaluación depende en gran medida de la confianza que esos terceros tengan en los evaluadores y, por tanto, en la credibilidad que para ellos tenga la información que les proporcionan.

 

Una vez establecido que la confianza que el mercado tiene en los OEC es un valor fundamental, las preguntas a contestar son:

 

  • Para la empresa evaluada: ¿cómo saber qué OEC es competente para evaluarme y, además, que sus informes/certificados van a ser reconocidos por aquellos que requieren dicha información?

 

  • Para los terceros que requieren la información: ¿de qué OEC fiarme? Esto es, ¿cómo saber si la actividad que ha desarrollado el OEC ha sido realizada siguiendo métodos reconocidos y con el adecuado nivel de rigor e independencia?

 

En economías pequeñas, con pocos actores operando, este tipo de preguntas generalmente se contestaban usando el término “reconocido prestigio” que se basaba en que tanto el OEC, como las empresas e instituciones que recibían sus servicios se conocían entre sí y era más sencillo establecer la necesaria confianza y favorecer relaciones más o menos estables a largo plazo. Por otra parte, cuando la actividad del OEC estaba regulada, por las mismas razones, la propia administración evaluaba la competencia del OEC antes de autorizarlo a trabajar.

 

Pero intentar mantener estos mecanismos en un mercado global, dinámico y en constante transformación, como el actual, provoca graves disfunciones en el mercado.

 

Hoy en día, el recurso al “reconocido prestigio” suele conducir a mercados dominados por grandes marcas, donde unas pocas empresas multinacionales utilizan su tamaño y notoriedad para asociar la idea de que ser “conocido y grande” equivale a ser competente. Esto influye en la percepción de empresas y partes interesadas, pudiendo generar la impresión de que solo recurriendo a estas organizaciones se puede asegurar el reconocimiento.

 

De igual forma, cuando la PYME necesita seleccionar a un OEC competente, se encuentra sin los medios para poder decidir de quién fiarse en mercados globales y sin los recursos que tienen las grandes corporaciones para, por ejemplo, evaluar directamente a las empresas o incluso a los propios organismos de evaluación (OEC).

 

Para resolver estas situaciones y responder correctamente a las preguntas planteadas, a nivel global, surgen la acreditación y los organismos nacionales de acreditación (la Entidad Nacional de Acreditación, ENAC en España) que, a través de un mecanismo independiente, riguroso y global evalúa la competencia técnica e independencia de los OEC y su sujeción a normas de carácter internacional.

 

 

En resumen, el objetivo último de la acreditación es generar confianza en la información aportada por los evaluadores, así como dar la información al mercado, autoridades, etc. necesaria para distinguir aquellos evaluadores que han demostrado su competencia de aquellos que no lo han hecho. La acreditación de ENAC cuenta con el reconocimiento que le da el Reglamento 765/2008 en la UE y los acuerdos multilaterales firmados con más de 120 países a nivel global.

 

Servicios acreditados, confianza basada en evaluaciones competentes

 

La contratación de servicios acreditados aporta múltiples beneficios, que en el caso de las pymes pueden ser determinantes para su pleno desarrollo y diferenciación en el mercado actual. Por un lado, aporta ventajas en términos de ahorro y eficiencia, ya que los servicios de evaluación acreditados reducen la posibilidad de que el mismo producto se vea sometido a evaluaciones redundantes, y una mayor seguridad en la toma de decisiones, puesto que, al hacerlos en base a resultados fiables, reduce los niveles de riesgo de producir o proveer un producto defectuoso, aumentando, al mismo tiempo, la seguridad jurídica de la empresa de actuar con la diligencia debida.

 

Asimismo, el uso de servicios acreditados se prima cada vez más en los pliegos de contratación pública de todo el mundo y es una herramienta de ayuda a la exportación y reconocimiento en los mercados internacionales, ya que, como indicábamos, la acreditación de ENAC es aceptada y reconocida en más de 120 países.

 

En conclusión, el uso de la acreditación asegura mercados más amistosos para las PYMES, en los que se fomenta la competencia sin comprometer el rigor, lo que pone en marcha todos los beneficios de los mercados competitivos aumentando la transparencia y la simetría en la información de la que disponen todos los agentes del mercado, independientemente de su tamaño, capacidad económica y localización geográfica.

 

Artículo Entidad Nacional de Acreditación (ENAC)

 

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