Del Martes, 16 de Septiembre de 2025 al Jueves, 18 de Septiembre de 2025
El comercio global y la libertad de navegación enfrentan una amenaza crítica debido a la escalada de tensiones entre China y Estados Unidos. La lucha por la hegemonía naval y el control de pasos marítimos vitales ha llevado la seguridad en los océanos a niveles sin precedentes, desencadenando maniobras políticas y militares con consecuencias imprevisibles.
Las crecientes tensiones entre China y Estados Unidos han elevado a niveles críticos la seguridad de las principales rutas marítimas del mundo, poniendo en jaque la libertad de navegación y el comercio global. La pugna por el control de los mares, el acceso a recursos estratégicos y la influencia sobre puntos neurálgicos como el estrecho de Malaca, el canal de Panamá y el mar de la China Meridional, ha desencadenado una escalada de maniobras políticas, económicas y militares por parte de ambas potencias.
Un nuevo tablero de juego en los océanos
Desde el fin de la Segunda Guerra Mundial, Estados Unidos ha ejercido el control de los mares, garantizando la libertad de navegación y el flujo de mercancías. Sin embargo, la irrupción de China como potencia marítima ha cambiado radicalmente el equilibrio. Según Abel Romero Junquera, capitán de navío retirado, “China tiene ambición de ejercer el control de sus mares cercanos y, sobre todo, de mantener Malaca abierto, para lo cual se está transformando en potencia marítima, con vocación de disputarle a EE. UU. su hegemonía”.
El control de Taiwán es otro elemento clave: la isla representa para China la llave para acceder a aguas profundas y consolidar su proyección naval, además de ser estratégica para el control de rutas y recursos energéticos como el petróleo y el gas natural que transitan por el mar de la China Meridional.
“Lo que está en juego es, ni más ni menos, que la libertad de navegación, imprescindible en un mundo globalizado en el que las cadenas de aprovisionamiento son las arterias por las que circula la sangre del comercio mundial”.
Estrategias y maniobras: de la diplomacia al pulso militar
Estados Unidos ha reaccionado con una batería de medidas para frenar el avance chino. El presidente Donald Trump ha exigido que los barcos estadounidenses transiten gratis por el canal de Panamá y Suez, argumentando que “no existirían sin EE. UU.”, y ha ordenado al secretario de Estado que aborde la situación con urgencia. Además, la administración Trump ha avanzado en la imposición de gravámenes a los buques chinos que atraquen en puertos estadounidenses, una medida que amenaza con sacudir las rutas marítimas mundiales y escalar la guerra comercial. “Todos los buques construidos y de propiedad china que atraquen en EE. UU. estarían sujetos a una tasa basada en el volumen de mercancías transportadas”, recoge el plan presentado por el Representante de Comercio de EE. UU.
La Comisión Federal Marítima de Estados Unidos ha iniciado investigaciones en siete puntos críticos del comercio marítimo, entre ellos el estrecho de Gibraltar, el canal de Panamá y el estrecho de Malaca, para detectar posibles “condiciones desfavorables” para su transporte marítimo. Trump incluso ha pedido al Pentágono que prepare planes para recuperar el control del canal de Panamá, señalando que “China está operando allí”.
Por su parte, Pekín ha respondido con ejercicios militares a gran escala en torno a Taiwán, incluyendo patrullas de preparación para el combate, ataques a objetivos marítimos y bloqueos en rutas clave, como una “seria advertencia a las fuerzas separatistas que buscan la independencia de la isla”. El Comando del Teatro Oriental de Operaciones chino subrayó: “Estos ejercicios se centran en poner a prueba la capacidad de operaciones conjuntas de nuestras tropas”.
Seguridad y comunicación: el difícil equilibrio
En medio de la tensión, ambos países han mantenido canales de diálogo para evitar incidentes peligrosos. En la última ronda de conversaciones en Shanghái, oficiales militares de ambos países compartieron preocupaciones sobre la seguridad en altamar. El Mando Indo-Pacífico de Estados Unidos declaró que el objetivo era “disminuir incidencias de acciones inseguras y poco profesionales” en la región. China, por su parte, advirtió que continuará “respondiendo a todas las provocaciones y acciones peligrosas” y “resguardará decididamente su soberanía territorial nacional y derechos e intereses marítimos”.
Europa y el resto del mundo: testigos y afectados
Europa, aunque potencia industrial y comercial, carece de capacidad para proteger las rutas marítimas que sustentan su economía, dependiendo de la estabilidad que garantizan -o disputan- las grandes potencias. La congestión o bloqueo de puntos estratégicos como el estrecho de Malaca o el canal de Panamá tendría consecuencias catastróficas para la economía global, dada la dependencia de estas rutas para el suministro de energía y materias primas.
La guerra geopolítica entre China y Estados Unidos ha llevado las rutas marítimas a una situación de alerta roja, en la que la libertad de navegación, el comercio internacional y la seguridad global están en juego. Mientras ambas potencias refuerzan su presencia y preparan nuevas medidas, el mundo observa con preocupación la posibilidad de que un incidente o una mala interpretación desate una crisis de consecuencias imprevisibles.