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UE - EE UU

La UE analiza contramedidas ante los aranceles del 25% de EE.UU. en acero y aluminio

Redacción Empresa Exterior Jueves, 13 de Febrero de 2025 Tiempo de lectura:

La decisión de la administración estadounidense de imponer un impuesto del 25% a las importaciones de acero y aluminio ha reavivado las tensiones comerciales entre EE.UU. y la Unión Europea. Expertos advierten que, pese a contar con herramientas como el Instrumento Anticoerción de la UE (ACI), la rapidez y la coordinación interna serán clave para evitar una escalada.

Con la reciente medida de EE.UU. —parte del llamado “Proyecto 2025”—, los fabricantes europeos podrían ver afectados cerca de 3.000 millones de euros en exportaciones de acero y 2.000 millones en aluminio, lo que representa alrededor del 1% del total de bienes que la UE exporta al país norteamericano. Aunque en la agenda de Trump los aranceles juegan un rol menor, se han convertido en la principal herramienta de presión de la política exterior estadounidense, generando un ambiente de incertidumbre en el bloque europeo.

 

En el otoño pasado se difundieron informes sobre una lista secreta que circulaba en Bruselas, con posibles respuestas de la UE en caso de que la administración Trump intensificara su ofensiva arancelaria. Sin embargo, la Comisión Europea, que tiene la competencia exclusiva en comercio exterior y en la negociación de acuerdos internacionales, se enfrenta a un reto de fondo: la rapidez para responder a crisis comerciales. A finales de 2023 se instituyó el ACI, una “bazuca comercial” que podría activarse tras contar con el visto bueno de 15 de los 27 estados miembros, representando al menos el 65% de la población del bloque. No obstante, la demora de alrededor de ocho semanas en su puesta en marcha limita su efectividad frente a medidas que, en ocasiones, se anuncian con premura.

 

Entre las posibles represalias se encuentra la imposición de nuevos aranceles sobre productos estratégicos estadounidenses, como soja, bourbon, motocicletas o jugo de naranja, siguiendo el precedente de 2018 cuando la UE respondió a aranceles sobre acero y aluminio con medidas del 10% al 25%. Otras opciones incluyen la implementación de un impuesto a los servicios digitales —medida especialmente sensible dado que, pese a un superávit comercial en bienes de 156.000 millones de euros en 2023, la UE registra un déficit de 104.000 millones en servicios— y la reducción de los aranceles sobre automóviles importados de EE.UU. (actualmente del 2,5% en EE.UU. frente a un 10% en la UE) para igualar condiciones.

 

Sobre la situación, fuentes consultadas de banca europea, comentaron:

 

 

"La rapidez y la coordinación en la respuesta serán esenciales para contrarrestar estas medidas, pero la burocracia interna de la UE podría entorpecer una reacción inmediata."

 

 

Por su parte, un economista Senior de Comercio Global consultado en Alemania, puntualizó:

 

 

"Aunque contamos con herramientas como el ACI, la ausencia de un mecanismo de represalia inmediata limita nuestras opciones frente a un adversario que actúa con agilidad."

 

 

Además, algunos responsables europeos apuntan a la posibilidad de mejorar las condiciones comerciales a través de mayores compras de gas natural licuado (GNL) y equipos militares provenientes de EE.UU., aunque estas alternativas se ven limitadas por la estructura actual de las relaciones comerciales y la necesidad de acuerdos unánimes entre los estados miembros. Recordando episodios pasados —como la promesa de Jean-Claude Juncker de incrementar las importaciones de GNL y soja para evitar aranceles sobre automóviles europeos—, queda claro que depender de simples concesiones podría ser insuficiente para calmar la escalada de tensiones.

 

Aun cuando la UE se muestra mejor preparada en términos estructurales, la falta de rapidez y la dificultad para lograr unidad en la toma de decisiones son obstáculos que podrían costarle caro en el corto plazo. En este escenario, la Unión Europea podría verse obligada a reforzar su economía interna, reducir su dependencia en sectores estratégicos como defensa y tecnología, y aplicar reformas estructurales para contrarrestar de forma efectiva las políticas arancelarias de EE.UU.

 

El huracán Trump continúa, y mientras la administración norteamericana utiliza los aranceles como herramienta tanto para recaudar fondos destinados a recortes fiscales como para debilitar a sus competidores, el reto para la UE será encontrar una respuesta que combine rapidez, unidad y estrategia, evitando así que la disputa se transforme en una guerra comercial prolongada.

 

 

 

 

 

 

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