Día Miércoles, 26 de Noviembre de 2025
Zach Meyers, director asistente del Centro para la Reforma Europea, afirmó que la disputa por los aranceles ilustra cómo Alemania ya no lidera la política comercial de la UE.
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La negativa del canciller alemán Olaf Scholz a los aranceles de la Unión Europea sobre los vehículos eléctricos chinos no logró detener a los demás miembros del bloque, quienes votaron a favor, revelando cómo una Berlín dividida lucha por influir en las políticas de la UE.
Alemania fue uno de los cinco países de la Unión Europea que rechazaron los aranceles, tras meses de presión por parte de los fabricantes de automóviles, que dependen de China para casi un tercio de sus ventas. Esto permitió que la Comisión Europea avanzara con las medidas antidumping, que se prevé estarán listas a finales de mes.
El contraste con la situación de hace una década es notable. En julio de 2013, unas llamadas entre la entonces canciller Angela Merkel, el presidente de la Comisión Europea José Manuel Barroso y representantes chinos, lograron evitar los aranceles propuestos sobre los paneles solares, optando en su lugar por un acuerdo de precios mínimos.
Tras 16 años bajo el liderazgo de Merkel, en los que la industria alemana prosperó y la canciller mantuvo la cohesión de la UE, ahora un gobierno de coalición tripartita supervisa una economía que se enfrenta a una posible contracción por segundo año consecutivo, y prioriza la política interna sobre la europea de cara a las elecciones federales de 2025.
En Bruselas, los diplomáticos expresaron su frustración por las luchas internas en el gobierno alemán, que, según ellos, están debilitando la influencia de la mayor economía de Europa y la unidad dentro de la UE
Aunque la Comisión Europea se comprometió a seguir negociando con Pekín sobre los vehículos eléctricos, el rechazo de Alemania ha debilitado su posición.
"Esta división entre Alemania y el resto de la UE compromete una parte importante de la iniciativa de la Comisión: demostrar un frente unido frente a la presión extranjera sobre los países individuales", señalaron analistas de Eurointelligence.
Subrayando la división interna alemana, una fuente del Ministerio de Relaciones Exteriores de Alemania, liderado por el partido de Los Verdes, afirmó que la UE no debería permitir que Pekín use métodos desleales que dañen el mercado, y que no se debería descartar la posibilidad de los aranceles.
La Federación de Industrias Alemanas (BDI) adoptó una postura matizada, señalando que las conversaciones debían continuar, pero que apoyaba la protección comercial si se cumplían ciertas condiciones. "Las estrechas relaciones económicas con la economía híbrida controlada por el partido-estado de China conllevan riesgos económicos y geopolíticos", declaró.
Desalineación con la UE
No es la primera vez que una Alemania dividida se desincroniza con sus socios europeos en los últimos meses. En marzo, el bloque respaldó una ley que exige a las empresas auditar sus cadenas de suministro, a pesar de la fuerte oposición del Partido Liberal alemán (FDP) y la abstención de Alemania.
La oposición del gobierno alemán a la fusión del banco italiano UniCredit con Commerzbank también ha generado frustración entre los responsables de políticas del Banco Central Europeo, que tendrán la última palabra. Esto contrasta con el apoyo declarado de Alemania para la creación de una unión bancaria en la UE, que probablemente requiere fusiones bancarias transfronterizas para ser efectiva.
Un aliado inesperado de Scholz en este tema ha sido Hungría. Su primer ministro, Viktor Orbán, calificó los aranceles sobre los vehículos eléctricos chinos como "un golpe enorme" para la economía europea y el sector automotriz alemán.
Por su parte, Zach Meyers, director asistente del Centro para la Reforma Europea, afirmó que la disputa por los aranceles ilustra cómo Alemania ya no lidera la política comercial de la UE. "Mientras las prioridades estrechas y a corto plazo sigan dominando en Berlín, será difícil para la Comisión avanzar con su nueva agenda de política económica exterior", concluyó Noah Barkin, asesor del Grupo Rhodium.










































