Del Domingo, 28 de Septiembre de 2025 al Martes, 30 de Septiembre de 2025
Como ya se avanzó la semana pasada, la Unión Europea está ultimando los detalles para comenzar las emisiones de deuda que financiarán el Next Generation EU.
Se espera que alcancen los 150.000 mill.€ al año y que se inicien a lo largo de este mes y continúen a este ritmo hasta 2026.
Los bonos tendrán un vencimiento de 30 años y comenzarán a amortizarse entre 2028 y 2058. No es la primera vez que la UE emite deuda. Ya lo hizo el pasado mes de octubre para financiar el paquete de asistencia al desempleo, conocido como SURE por sus siglas en inglés. En aquella ocasión, la demanda superó con creces las expectativas y las emisiones registraron una suscripción 14 veces superior a la oferta. Esta favorable acogida del mercado no sorprende dada la buena calificación que recibe la deuda europea por parte de las agencias de rating (AAA).
De hecho, a finales de 2021, la UE podría convertirse en uno de los mayores emisores de bonos de la región, solo por detrás de Italia, Alemania y Francia. Si bien se trata de un instrumento puntual, lo cierto es que el NGEU supone un avance fiscal sin precedentes para el club comunitario ya que las autoridades se han comprometido a crear nuevos impuestos para financiarlo.
Italia. Roma ya no mira hacia Pekín
Mucho han cambiado las cosas desde que, en 2019, el Ejecutivo italiano, entonces formado por una coalición entre el Movimiento 5 Estrellas y la Liga entrase a formar parte del proyecto conocido como la Nueva Ruta de la Seda. Se trataba del primer país del G7 que se adhería a la iniciativa china, cuyo objetivo no es otro que expandir y consolidar su influencia global. Sin embargo, dos años después el gobierno liderado por Mario Draghi está desandando el camino.
De hecho, el italiano ha declarado que la política exterior tiene una “fuerte orientación proeuropea y atlantista”. Así pues, pese a que, sobre el papel, la alianza con China aún se encuentra en vigor, en realidad, la cooperación es prácticamente inexistente. De hecho, el pasado mes de diciembre (dos meses antes de que Draghi tomase posesión del cargo), la empresa china Shenzhen Investment Holdings (participada por el gobierno), acordó la adquisición del 70% de la empresa italiana de equipamiento de semiconductores LPE. Cuando llegó el momento de aprobar dicha operación, el pasado mes de marzo, el gobierno de Draghi decidió bloquearla argumentando que la empresa LPE formaba parte de un sector estratégico para la economía italiana. Si bien se confirma que actualmente la política italiana se aleja de China, lo cierto es que, en 2020, más de 400 empresas chinas contaban con participaciones en más de 700 empresas italianas, por lo que los vínculos económicos aún son bastante estrechos.
Fuente: CESCE