Día Viernes, 19 de Septiembre de 2025
La economía de México registró una contracción del 0,2% en los tres primeros meses de 2019, frente a la expansión de dos décimas registrada en el cuarto trimestre de 2018.
La industria ya acumula dos trimestres consecutivos de caída con lo que está técnicamente en recesión y el sector servicios ha retrocedido por primera vez desde el tercer trimestre de 2017. Estos datos recogen el impacto sobre la actividad productiva de algunos eventos transitorios a principios de año como son el desabastecimiento temporal de combustibles en ciertas regiones del país durante enero, los cortes de las vías férreas en Michoacán y los conflictos laborales en Matamoros. En términos interanuales (con respecto al primer trimestre de 2018), el país creció un moderado 1,3% y conviene recordar que es habitual un crecimiento más débil en el primer trimestre de ejercicio de un nuevo gobierno.
Recorte de previsiones para el conjunto del año. El Banco Central ha recortado en medio punto porcentual las perspectivas de crecimiento para 2019 en su último informe trimestral; actualmente se sitúan en una horquilla que va desde el 1,1% al 2,1%; para 2020 el intervalo va del 1,7% al 2,7%. El FMI ha hecho también una revisión a la baja al crecimiento de México en sus últimas Perspectivas de la Economía Mundial de abril. Estos ajustes obedecen a varios factores. En el ámbito externo, se ha observado una pérdida de dinamismo en el comercio mundial y en la actividad económica global más marcada de lo anticipado, lo que se prevé influya sobre la evolución de la demanda externa de México. Además, existe el riesgo de que el proceso de aplicación del acuerdo comercial alcanzado con Estados Unidos y Canadá se retrase y genere mayor incertidumbre, afectando a la inversión. En el ámbito interno, se registra una mayor debilidad de diversos indicadores de la demanda y una tendencia negativa de la producción petrolera. Otro factor de riesgo es que se deteriore la calificación crediticia del país o de las empresas productivas del Estado y, en particular, de la valoración de la deuda de Pemex, que compliquen la situación financiera de la empresa.
El sector petrolero en declive. Las perspectivas del sector petrolero a medio largo plazo no dan pie al optimismo. Su aportación al PIB, tanto directa como indirecta, se ha reducido notablemente. A mediados de la década del 2000 representaba alrededor de 13% del PIB y hoy día está en torno al 8%. En 2005 la producción media era de 3,3 millones barriles diarios; en 2018, de 2 millones. La nueva realidad petrolera de México consta de tres elementos negativos: precios internacionales más bajos, una capacidad más limitada de bombear crudo y una menor necesidad por parte de Estados Unidos de importarlo, al haber mejorado su autoabastecimiento. Este nuevo contexto debilita dos frentes: el presupuesto público y las cuentas externas.
Fuente: CESCE