Día Viernes, 03 de Octubre de 2025
Las cifras del último trimestre de 2018 arrojan más dudas sobre la evolución de la economía alemana.
En dicho período el crecimiento del PIB fue nulo tras una contracción del 0,2% en el tercer trimestre. Así, ha evitado por la mínima, entrar en recesión técnica, lo que se conoce como dos trimestres consecutivos con crecimiento negativo, tal y como le ha ocurrido a Italia. Para el conjunto del año Alemania experimentó un crecimiento del 1,4% y la oficina de estadística ha moderado su previsión de crecimiento del PIB en 2019 hasta el 1%, frente al 1,8% que estimaba anteriormente. Si la caída del PIB en el tercer trimestre se explicaba por la nueva regulación de emisiones que afectó al sector del automóvil, la pérdida de dinamismo actual corresponde a la incertidumbre generada por la guerra comercial entre EE.UU y China y el Brexit. Éstos son los dos principales riesgos que lastran el comercio internacional y, en consecuencia, afectan negativamente a las economías que, como la alemana, presentan un fuerte componente exportador. No obstante, con una tasa de desempleo alrededor del 3,3% y la considerable subida de los salarios, la posibilidad de que la primera economía de la zona euro entre en recesión es todavía remota. Asistimos pues a la desaceleración del que hasta ahora ha sido el principal motor económico de la eurozona lo que ha provocado que las previsiones de crecimiento de la Comisión Europea para 2019 se moderen hasta el 1,3% frente al 1,7% que se estimaba anteriormente.
Brexit. Enésima derrota para May. El último batacazo político que ha encajado la primera ministra británica, Theresa May, ha sido especialmente humillante por insignificante e inesperado. El pasado 14 de febrero en la Casa de los Comunes los diputados británicos votaron en contra de la petición de la primera ministra de extender dos semanas más el plazo de negociaciones con Bruselas. Pese a que esta votación no era legalmente vinculante, supone un nuevo mazazo político ya que desacredita nuevamente su figura ante la UE y pone en evidencia el limitado poder con el que cuenta en el Parlamento. Los euroescépticos conservadores expresaron de esta forma su inconformidad con la estrategia de May que pretende evitar a toda costa una salida sin acuerdo; los conservadores partidarios de permanecer en la UE, por su parte, consideran insuficiente el compromiso de May para evitar un Brexit duro. Pese a que la primera ministra ha continuado las conversaciones con Bruselas sabe que ha perdido poder negociador frente al bloque. Desde que tomase el relevo de David Cameron como líder del partido conservador y renovase su cargo como primera ministra, May ha vivido en dos años y medio lo que muchos líderes no experimentan a lo largo de toda su vida política. El pasado 29 de enero una mayoría parlamentaria aprobó una moción en la que se apoyaría el acuerdo de salida si se eliminaba o modificaba la cláusula para la salvaguarda irlandesa. El resultado de esta votación supuso la llave necesaria para que May reabriese las negociaciones con la UE. En aquel momento, parecía que si ambas partes conseguían llegar a algún tipo de acuerdo sobre la cláusula de la frontera con Irlanda del Norte, May sería capaz de conseguir que el Parlamento lo avalase. Sin embargo, el resultado de la votación del 14 de febrero rompe de nuevo la unidad de la cámara y obliga a cuestionarse si, en caso de que se modificase el acuerdo, la premier podría conseguir una mayoría suficiente que lo apoyase. A pesar de que Westminster se tomará un descanso esta semana, se prevé que el 27 de febrero los diputados favorables a la permanencia en la UE presenten una nueva enmienda a la Cámara. Dicha iniciativa contempla prohibir un abandono no negociado de la UE y dar el control al Parlamento de todo el proceso de salida. De aprobarse dicha enmienda, el culebrón político en el que se ha convertido Brexit podría dar un nuevo giro inesperado.
Fuente: CESCE