Del Domingo, 23 de Noviembre de 2025 al Martes, 25 de Noviembre de 2025
La cumbre de la OTAN, celebrada en Bruselas los días 11 y 12 de julio, ha escenificado las profundas divergencias entre el Presidente estadounidense y sus aliados europeo occidentales.
En primer lugar, en lo relativo al gasto militar. En promedio, el gasto en defensa de los países europeos miembros de la OTAN se sitúa por debajo del 2% del PIB, y, según los EE.UU, no debería de ser inferior al 4% de esa magnitud. Para el polémico presidente de los EE.UU, geopolítica y economía van siempre de la mano.
Por esa razón, aunque sus críticas van dirigidas en general contra todos los países europeos, es Alemania, con quien los EE.UU tienen un importante déficit comercial, el principal blanco de las mismas. Según Donald Trump, al beneficiarse de la protección militar estadounidense, Berlín está en condiciones de reducir su propio gasto en defensa, destinando lo ahorrado por ese concepto a hacer más eficiente su industria y a aumentar sus exportaciones, engordando de este modo su voluminoso superávit comercial con el resto del mundo y, en particular, con los EE.UU. Donald Trump ha acusado también a Alemania de “enriquecer” a Rusia al seguir adelante con el proyecto Nord Stream II.
Como es sabido, dicho proyecto hace referencia al gasoducto de 1.225 kilómetros que transita por debajo del Báltico, enlazando los yacimientos de gas rusos con la terminal de Greisfwald, en Alemania y que si, como se espera, todo transcurre con normalidad, debería de estar terminado a finales de 2019. La infraestructura está siendo construida por Gazprom –el brazo armado de Moscú en materia económica‒ y al frente del proyecto se encuentra nada menos que el ex Canciller alemán Gerhard Schröeder, amigo íntimo y principal “lobyista” de Vladimir Putin en Europa Occidental. Gracias a este nuevo gasoducto, ‒cuyo trazado irá en paralelo al construido a mediados de la década pasada llamado Nord Stream I‒, las exportaciones de gas ruso a Europa aumentarán en 2020 a 55.000 millones de metros cúbicos, casi el doble de las actuales. No sin razón, el mandatario estadounidense critica el proyecto por entender que, además de enriquecer al principal rival de la Alianza Atlántica, aumentará todavía más la dependencia energética europea de Moscú. En estos momentos, la Unión Europea importa dos tercios del gas que consume y un tercio de esas importaciones procede de Rusia. La respuesta alemana a las críticas de Trump ha enfatizado el hecho de que Nord Stream II es un proyecto exclusivamente económico, que permitirá abaratar la llegada a Europa del gas ruso, en estos momentos excesivamente dependiente de la red ucraniana de gasoductos. Ese argumento, sin embargo, no convence ni al líder estadounidense, ni a otros países, como Polonia, temerosos de que su construcción acreciente la influencia rusa en la Unión Europea.
Sea como fuere, el bajo gasto en defensa y el Nord Stream II son las dos cuestiones que en estos momentos más separan a los EE.UU de sus aliados europeos
































